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1. El verdadero dueño de la auténtica verdad es DIOS y nadie más que ÉL. Ante tal aseveración los humanos solo tenemos como derecho el comprobarlo a cada instante, pero nunca creerse dueño de la misma. Desgraciadamente, no muchos comprenden algo tan simple y profundo, y creen tener atribuciones que no poseen. Allí aparecen los fanatismos, y los grandes dolores. Veamos como ejemplo lo que sucede entre Israel y Gaza. Mueren inocentes a raudales, utilizando excusas falsas como paz y libertad, a las que asesinan conceptualmente. DIOS no generó ni genera guerras sino amor, y ese amor de ser aplicado haría que la humanidad creciera como la semilla de mostaza, y no muriera como la cisaña. El mal es tremendo, ya que no reconoce las caricias del cielo, y si la sangre derramada. Y esto es válido para los fanáticos de todas las religiones que consideran extraños a quienes no piensan como ellos, violando con ello la ley de DIOS que considera a todos flores de un bello jardin y no plantas que se comen entre sí. Entreguemonos incondicionalmente, y el aire será más puro al igual que el ESPÍRITU. Creo que la felicidad está muy cerca si obramos así, al alcance de nuestras manos.

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   Comentar por Elias Matusevich | 18 julio, 2014 | Responder

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